Soly Anidjar
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| Sujet: EL RINCON DE ESTRELLA JALFON DE BENTOLILA Lun 4 Oct 2010 - 20:35 | |
| Estrella nos envió sus recuerdos de [b]
Purim en Tetuán desde los 6 a los 26 años, edad en que dejó Tetuán.PURIM EN TETUÁN “Tetuán, nuestra cocina y nuestras costumbres” Tetuán, “la paloma blanca”, descrita por los primeros Españoles en 1860, como la joya más preciosa del África andaluza. Situada entre los montes Dersa y los montes Gorges. La maravillosa playa de Rio Martin, se encuentra a poca distancia. Tetuán es un pequeño punto en el mapa, pero ocupa un gran lugar en el corazón y la memoria de todo tetuaní. En la ciudad vivían en armonía, cristianos, musulmanes y judíos. Hablo de la ciudad en la época de mi infancia, nosotros vivíamos en el “ensanche”. Cuando se acercaba la fiesta de Purim, todo era bullicio, compras y actividad en las casas. Hay que precisar que por los años 40 todo se hacía en casa: desde la comida hasta los calzoncillos!
La cocina era el pulmón de mi casa: el salón, que se unía al comedor cuando se abría la cristalera, servía para jugar al ping-pong…
Lo que dominaba cuando se entraba a la cocina, era la hornilla económica, negra, de fundición. Se la alimentaba con carbón de piedra y la usábamos cuando había mucho que cocinar para las fiestas. Lo que más me atraía en ella era un grifito brillante de cobre del cual se podía conseguir agua caliente! un lujo para la época.
En el pollete, a derecha de la hornilla, había un hueco cuadrado de unos 20 centímetros. Allí estaba el fuego que empleábamos a diario. Éste comunicaba con un tunelito que daba a la fachada vertical del pollete. Atizábamos el fuego con un soplillo de palmas trenzadas o con unos bonitos fuelles decorados con tachuelas de cobre, regalo de mi abuela. Encender el fuego era toda una faena: se ponía entre los trozos de carbón, un trapito empapado de petróleo. Se prendía un misto y se esperaba hasta que el carbón empezara a enrojecer. Lo más práctico, a veces, era pedir una brasa a la vecina de enfrente, Marisa Israel de Benatar, que era mi prima. Al final del pollete estaba el fregadero de piedra con un grifo de agua fría. Esto ya era modernismo porque en las casas de la judería no había agua corriente. Encima del fregadero había un platero de madera (el plástico aun no existía). Enfrente del fregadero, en la esquina, había una tinaja de un metro donde reservábamos agua. A veces era agua de un manantial Bu’annan, que era muy buena, mi padre solía traerla en botellones. Se quedaba bastante fresca. Para hacer repostería, no se disponía en esa época de ningún aparato eléctrico. Molíamos la almendra con un molino de manivela que se apretaba a la mesa, pero cada 4 o 5 vueltas, no sé por qué guó, el tornillito que fijaba el eje que da vueltas, se caía al suelo… Mi esposo Jacob recuerda que en su casa pasaba igual! Bueno, y di labas (del arabe: alegrate) porque si tenías que moler carne había otro problema. A la’arrá (de pronto) no salía la carne. Entonces había que desmontar el molino, sacar la cuchilla de 4 aspas completamente enterrada bajo los pellejos de la carne, que la inmovilizan, sacar la pieza redonda por donde salía la carne, limpiar uno por uno los agujeritos y montar de nuevo el molino. Lamartine, el poeta, escribió:” objets inanimes, avez-vous donc une ame?” (Objetos inanimados, acaso tenéis alma?) Para mí sí, me guajshean (tengo nostalgia) y me parece que describiéndolos los resucito por un instante…
Las especias se majaban con el almirez (mortero). El que teníamos en la repisa de la chimenea era muy impresionante, de bronce, hecho a mano, pesaría más de 2 kilos. No me dejaban bajarle de la repisa, pero eso sí: todo lo que se majaba en casa pasaba por mí, puesto que yo era la más pequeña y no se necesitaba mucha ciencia para majar…
Clavo de comer, pimienta, nuez moscada, azafrán, comino, azúcar de pilón (venía envuelta en papel morado)… Me fascinaba el sonido del almirez, más agradable y musical que el ronquido de los aparatos eléctricos de hoy. Las claras de huevo, se levantaban a punto de nieve con un tenedor. Se tardaba mucho. Si había que ‘akdear (dorar) algún flan, pudding o kuajada (tortilla de patatas hervidas) se ponía encima una lata con brasas. La cena de Purim era sabrosa y abundante. Siempre había caldo de gallina y arroz coloreado de azafrán. Pollo frito y cuajada. Era costumbre en Purim, enviar platos o bandejas de dulces a los familiares y amigos, los llevaban las jóvenes o la criada si conocía las casas. Éstos devolvían los platos con dulces de sus casas. Aunque a veces recibíamos un petit fur nuestro. En los platos que enviábamos en Purim a veces añadíamos letuario de naranja o azahar. Que repostería hacíamos para Purim? De todo lo bueno. Empezare por las fijuelas que eran famosas: blancas, etéreas, finas… parecían flores. Dátiles rellenos y bolitas de mazapán con media nuez encima, pasados por caramelo apenas dorado y puestas en capsulitas de papel. Hacíamos también harabullos en forma de puro con pasta de almendra y hierbabuena. Luego todos los demás dulces que necesitaban horno como los “cabezzales”, los almendrados, los marronchinos, se los dábamos a un muchachito que los llevaba al horno público de la judería. Había que ver como el joven, con un gran tablero en la cabeza, bajaba airosamente los tres pisos, sin dejar caer nada. Y así iba de casa en casa. A pesar que todas las recetas de dulces se transmitían oralmente, que se disponía de aparatos muy rudimentarios y que las proporciones no eran muy precisas (una tacita de aceite, un chorreón de licor, masa rala…) aquellos dulces eran deliciosos! Las jovencitas iban a las casas y colectaban dinero para los necesitados. En el casino israelita se jugaba a las cartas y había jugadores que arriesgaban bastante dinero. Los niños recibían dinero y jugaban a las cartas también. Los juegos de baraja más populares eran: el reloj, la sota de oro, los montones, el bacará y el siete y medio. A propósito de la baraja tengo que contar un hecho curioso: Hace unos años cuando Benito (Baruj) Garzon, entonces jefe de la cumunidad de Madrid, oriundo de Tetuán, compro un terreno para un campamento y quiso firmar el contrato de venta, el propietario se negó a firmar. Entonces Benito se quedo hafreando (haketia: profundizando) e insistiendo, hasta que el dueño confesó que en esos días no podía firmar…. “Esos días” coincidian con los Yamim Noraym y explicó que cuando estaban diciendo berajot y venían los de la inquisición sacaban cartas y hacían como si estuvieran jugando! De allí, cartas se transformó en baraja (Berajá: bendición, en hebreo). Aun recuerdo que cuando tenía 6 o 7 años mi abuela materna Estrella venía a jugar con nosotros, era muy alegre. La otra abuela, Rachel, era más estricta. Nunca la vi en casa y cuando yo la visitaba en la judería, antes que me abriera la puerta yo tenía que esconder mi muñeca, le daba un beso y la abandonaba en un rincón oscuro detrás de la puerta. Ella decía que las muñecas son “avodazará”1, solo después de muchos años comprendí el significado de la palabra y lo terrible que era para ella que yo amara a mi muñeca: idolatría! En Purim, en el casino, había recepciones y una vez me disfracé de Madame de Pompadour. Me apaño bastante bien en costura. Lo divertido de ese disfraz es que 4 generaciones completas separan la parte interior de la parte exterior. El corpiño de muaré de seda natural era de color verde muy claro y llevaba ballenas para apretar la cintura y poner en valor el busto. Perteneció a la madre de mi abuelo Abraham Jalfon. Se llamaba Rica y era nieta de Rebbi Itshak Bengualid, el Tzadik (1777-1870). Cubrí el corpiño y la falda de tela imitación brocado de color azulina con flores de color mostaza. La parte delantera lisa de color mostaza, la tela la compré en el zoquillo (burrakia).
Mi padre tenía una bonita voz y mis 3 hermanos meldaban con él la Meguilá (de Esther). Cada vez que se tenía que nombrar a Hamán, todos hacíamos jaleo con cucharas, pistoletes (unos redondelitos de pólvora dispuestos en una banda estrecha de papel) o con un pedernal. Así expresábamos la maldición hebrea:que se borre su nombre!
Megilat Esther escrita por el abuelo de Estrella con tinta de granada
En las festividades de Purim se cantaban coplas como la que empieza así: Esta noche de Purim no duermen… cuyo refrán es: Viva tu y viva yo,
vivan todos los jjudiós,
viva la reina Esther
que tanto plazer mos dió.
¡Años mejorados. Hag sameah!
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