Poema: Mi vecina Zineb

Queridos amigos
Esta es la continuacion del poema el jiyab que ya habeis leido. Un homenaenaje a Zineb mi vecina que nunca olvido.
Espero les guste
abrazos

Mercedes

Mi vecina Zineb


Sigues visitándome en mis sueños, querida Zineb,
me miras con esos ojos grandes de color negro azabache
y esas pestañas larguísimas,

una mirada triste se esconde detras de tu sonrisa.
Cuánto quisiera saber de ti... Y de Samira.
Mamá y tú érais tan buenas amigas!

Os visitábais la una a la otra a menudo,
Como entrabas en nuestra casa te quitabas el jiyab,
debajo siempre lucias vestidos preciosos,
todos hechos por tu mano.

Eras tan bella,
te sentabas con mamá en el salón,
y allí os quedábais charlando,
riendo,
bebiendo un vasito de té moruno con dulces de almendra.

Algunas veces le cortabas a mamá algunas prendas
y la ayudabas a coserlas,
qué tardes más hermosas se pasaban.

Un día de calor sofocante,
uno de esos calores marroquíes,
me quedé jugando en el pasillo,
jugando a las canicas en el suelo.

De repente unas bolas se fueron rodando hasta el final del pasillo,
donde estaba la puerta del salón,
y yo corriendo tras ellas para cogerlas.

La puerta del salón estaba entreabierta,
y oí un sollozo que venia de allí.

Me acerqué cuidadosamente para saber qué pasaba,
me deslicé dentro en cuclillas
y me escondí detrás de las pesadas cortinas de brocard.

La sala estaba en penumbras para conservar un poco de frescura.
Cómo sollozabas,

quería correr hacia ti,

abrazarte fuerte y llenar tu cara de besos.

Mama te estaba hablando con dulzura y meciéndote en sus brazos.
Le estabas contando cómo tu suegra te maltrataba
porque no podíais tener hijos.
Había tenido varios malpartos.
Su suegro decía que tenía las entrañas podridas.
Obligaba a su hijo a coger otra mujer.
Yo estaba muy enojada,
pero mamá me explicó,
que era la única solución,
la descendencia era muy importante.

Me dijo que también en nuestra
comunidad
existían ejemplos iguales.

Y así fue, trajo otra mujer,
más bien una niña
de unos 13 años.
La mayoría del tiempo
jugaba con Samira y conmigo.

Zineb la recibió como a una hija,
era tan joven,
la preparó par a ser esposa
y madre.
Nació un varón hermoso,
muy grande
el parto fue muy difícil
la pobre niña murió.

Zineb crió al niño,
hicieron una fiesta grande.
El gran milagro fue que Zineb
se quedó embarazada al poco tiempo.
Tres hijos más siguieron.

La casa tomo vida, alegria
llena de risas, de gritos
de ninos
las fiestas no paraban
las cocineras siempre ocupadas.



Merche DemBar

15.7.09