MAROC PAYS QUI M'A VU NAITRE PAR SOLY ANIDJAR
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MAROC PAYS QUI M'A VU NAITRE PAR SOLY ANIDJAR

HISTOIRE DES JUIFS DU MAROC-CASABLANCA-RABAT-MAZAGAN-MOGADOR-AGADIR-FES-MEKNES-MARRAKECH-LARACHE-ALCAZARQUIVIR-KENITRA-TETOUAN-TANGER-ARCILA-IFRANE-OUARZAZAT-BENI MELLAL-OUEZANE
 
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 PROTECTORADO EJERCIDO POR ESPAÑA EN MARRUECOS

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Soly Anidjar
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MessageSujet: PROTECTORADO EJERCIDO POR ESPAÑA EN MARRUECOS   PROTECTORADO EJERCIDO POR ESPAÑA EN MARRUECOS Icon_minitimeMar 5 Mai 2009 - 19:11

UNA VISIÓN REALISTA DEL PROTECTORADO
EJERCIDO POR ESPAÑA EN MARRUECOS
Por Mohammad Ibn Azzuz Hakim

Historiador

No es mi intención hacer el panegírico de la acción protectora de España en la zona norte de Marruecos, por considerar que el historiador que se precia de serlo, no debe ni puede ser panegirista, ya que dejaría de ser imparcial para convertirse en historiógrafo. Y para mí, la misión del historiador es una cosa y la del historiógrafo es otra. Mi intención es salir al paso de una serie de errores que han cometido muchos de los investigadores que han tratado el tema de la acción protectora de España en Marruecos, desde el año 1912 hasta 1956. Unos lo han hecho a la ligera, no teniendo en cuenta las múltiples circunstancias por las que ha atravesado el Protectorado español. Otros, con la premeditada intención de denigrar la acción protectora de España.

Empezaré diciendo que yo no trato de justificar, en sí mismo, el protectorado impuesto a Marruecos por el convenio secreto franco-inglés del 8 de abril de 1904, al que España no tuvo más remedio que adherirse, porque si no corría el riesgo de encontrarse con una Francia al norte y otra al sur de su territorio.

Y digo que España no tuvo más remedio que aceptar lo que se le ofrecía, poniéndola ante el hecho consumado, porque durante el siglo XIX España fue la única nación europea que defendía la independencia y la integridad de Marruecos y la soberanía del Sultán, aferrándose a la política del mantenimiento del “statu quo” en el Mediterráneo occidental.

Para mí, el historiador que desee enjuiciar y valorar imparcialmente la acción protectora de España en Marruecos debe tener en cuenta tres postulados:

Primero: que el ejercicio de la verdadera acción protectora de España, sólo pudo realizarse en un periodo de 28 años de duración, o sea desde el 10 de julio de 1927, en que los marroquíes depusieron las armas frente a la acción militar llamada de pacificación, hasta el 7 de abril de 1956, en que España reconoció la independencia de Marruecos, ya que durante el periodo comprendido entre 1912 y 1927, España tuvo que hacer frente a una formidable resistencia armada del pueblo marroquí en el Norte, que rechazaba de plano el protectorado impuesto al país por el tratado franco-marroquí del 30 de marzo de 1912.

Segundo: que la zona adjudicada a España en el convenio franco-español del 27 de noviembre de 1912 era parte integrante de lo que se ha dado en llamar el “Marruecos no útil” y que algunos califican con razón de “chuleta marroquí”. Se trataba de dos zonas: una situada al norte, la más belicosa del país, y otra al sur, totalmente desértica, y ambas eran terriblemente pobres, con unos recursos naturales tan reducidos, tan escasos, que los ingresos del presupuesto general del Majzen Jalifiano no alcanzaban a cubrir más que la tercera parte de los gastos; el presupuesto del Gobierno español tenía que aportar el importe de las otras dos terceras partes, como anticipo reintegrable.

Tercero: que España, a diferencia de Francia, sabía que tarde o temprano el Protectorado tendría su fin, y por eso la política practicada por ella en su Zona no tendía a anular la identidad y los valores marroquíes; era una política fraternal, como correspondía a dos pueblos que han convivido juntos durante varios siglos de su historia. Prueba de ello es su política sumamente tolerante con el movimiento nacionalista, con las instituciones religiosas del país, con la lengua y la cultura árabe, amén de los usos, costumbres y tradiciones, como tendré ocasión de señalar más adelante.

Para mí, en el periodo de 28 años de paz y por ende de verdadera acción protectora (que no pudo ejercerse en el periodo anterior) España hizo muchísimo en el orden moral, espiritual y no pudo hacerse más de lo que hizo en el orden material, en una zona pobre, pobrísima, en la que había que hacerlo todo en el orden material. Prueba de la veracidad de este aserto es que los gobiernos del Marruecos independiente, a pesar de sus esfuerzos, tampoco han podido hacer en esta zona más de lo que han hecho durante más de 40 años de independencia, sencillamente porque han tropezado con una serie de problemas de no fácil solución, que dificultan la integración del Norte en la textura del Reino.

A España le ocurrió lo mismo, ya que se encontró en 1912 con un territorio en el que había que hacerlo todo, empezando por dotarlo de una máquina administrativa moderna, que brillaba por su ausencia, ya que la arcaica y mediocre administración majzeniana no era acorde con los tiempos modernos. Ahora bien; como la mayoría de los detractores del Protectorado español juzgan la obra de España en su Zona comparándola con la de Francia en la suya, y a pesar de que todas las comparaciones son odiosas, como dice el refrán español, yo reo que es hora de que alguien les diga:

1- Que en el orden moral no existe comparación alguna entre la obra española y la francesa, como tendré ocasión de demostrarlo más adelante.

2- Que nadie puede poner en duda que las realizaciones materiales francesas superan las españolas; pero hay que tener en cuenta:

a) Que Francia se había quedado con el “Marruecos útil”, o sea la zona más fértil y de más recursos naturales de Marruecos, que le permitieron hacer lo que hizo.

b) Que esa obra material francesa se hizo en provecho de los colonos y explotadores franceses; los moros constituyeron pura y llanamente el proletariado, clase obrera desconocida en el Marruecos anterior al Protectorado.

c) Que esa obra material francesa fue acometida teniendo en cuenta que Marruecos constituía el pilar del Imperio Norteafricano francés, donde los franceses eran los amos y los moros a lo más que podían aspirar era su integración como ciudadanos de segunda clase en la Unión Francesa.
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MessageSujet: Re: PROTECTORADO EJERCIDO POR ESPAÑA EN MARRUECOS   PROTECTORADO EJERCIDO POR ESPAÑA EN MARRUECOS Icon_minitimeMar 5 Mai 2009 - 19:11

Dicho esto paso a enumerar las realizaciones llevadas a cabo por España en Marruecos y que los detractores de esa obra silencian o a lo más minimizan.

España tuvo que crear dos nuevas ciudades en la región oriental (Alhucemas y Nador); ochenta nuevos núcleos urbanos y cinco ensanches modernos anejos a las medinas de Tetuán, Larache, Alcazarquivir, Chauen y Arcila, que eran las únicas existentes en una extensión de 23.000 kilómetros cuadrados y estaban concentradas en la región occidental. A este conjunto tuvo que dotarlo de una infraestructura que no tenía: urbanización, aducción de agua potable, alcantarillado, etc.

Como no había ninguna vía de comunicación moderna, creó una red de carreteras y pistas, que es prácticamente la misma que existe hoy día. Construyó dos vías férreas normales entre Tetuán-Ceuta y Larache-Alcazarquivir, y una vía estrecha que enlazaba Río Martín con Tetuán, Lauzien y Zinat.

Organizó el transporte público de viajeros y mercancías.

Como no había puertos, creó los de Arcila, Alhucemas y Yebha.

Protegió la riqueza forestal trazando un plan de repoblación y explotación racional de la misma.

Puso en explotación algunas minas e impulsó la de hierro y plomo de Segangan.

Habilitó perímetros de colonización en el Lucus y Zebra, adjudicando los lotes con derecho al acceso a la propiedad a favor de españoles y marroquíes por igual.

Construyó miles de edificios oficiales para oficinas, tribunales, prisiones, reformatorios, asilos, escuelas, institutos, bibliotecas, hospitales, enfermerías, centros médicos, consultorios pecuarios, pósitos agrícolas, mercados, mataderos, etc...

Dotó de luz eléctrica a las ciudades y puso grupos electrógenos en los núcleos urbanos.

Creó el servicio de correos, dotándolo de unos sellos cuyo valor artístico y filatélico supera a los de muchos países modernos.

Para llevar a cabo esta ingente labor puso en marcha dos planes generales de obras públicas en 1928 y 1940.

España organizó la sanidad moderna, construyó hospitales, enfermerías, dispensarios, consultorios médicos, laboratorios, farmacias en todas las ciudades. El sanatorio antituberculoso de Ben Karrich era el único existente en todo Marruecos.

La asistencia médica y hospitalaria era gratuita para todas las clases sociales marroquíes.

También era gratuita la asistencia agro-pecuaria en las cabilas.




En el campo docente

España organizó la Enseñanza marroquí oficial, tanto la moderna como la religiosa y la profesional, en los grados primario, secundario y superior.

Arabizó la enseñanza marroquí en todos sus grados.

Declaró obligatoria la Enseñanza primaria marroquí.

Modernizó la Medarsa Luqas, que era una facultad religiosa.

Estableció planes de estudios para la enseñanza oficial y privada.

Autorizó la creación de escuelas e institutos de enseñanza privada primaria y secundaria.

Instituyó libros de texto en árabe para todos los grados de la enseñanza marroquí.

Creó la Fiesta del Libro Árabe y la del Árbol.

Instaló cantinas y comedores escolares.

Creó el Bachillerato marroquí, en árabe, y el Bachillerato hispano-marroquí, cuyos diplomas eran reconocidos en los países árabes.

Constituyó el Consejo Superior de Enseñanza Islámica.

Creó las escuelas normales de magisterio, masculino y femenino, que eran las únicas que habían en todo Marruecos.

Creó la Escuela Politécnica para carreras medias, tales como peritos administrativos, comerciales, agrícolas, ayudantes de minas y de veterinaria, aparejadores, practicantes, comadronas, enfermeros y enfermeras, sanitarios.

Creó las residencias de estudiantes marroquíes en El Cairo, Granada y Madrid. Concedió becas para cursar estudios en Egipto y España. La Ciudad Escolar de Tetuán era un núcleo de la futura universidad marroquí.



En el campo cultural

España protegió la propiedad intelectual.

Creó la Junta Superior de Historia y Geografía de Marruecos; el Patronato de Investigación y Alta Cultura de Marruecos; la Junta Superior de de Monumentos artísticos e históricos; el Instituto General Franco de Investigación Hispano-Árabe, en español; el Instituto Muley Hassán para la investigación, en árabe; la Biblioteca General del Protectorado con las dos secciones, española y árabe; la Hemeroteca General, también con dos secciones; el Centro de Estudios Marroquíes, que era una especie de facultad; la Escuela Superior de Bellas Artes; la Escuela de Artes y Oficios Marroquíes; el Conservatorio de Música con las secciones española y árabe; el Archivo Histórico Marroquí; el Archivo General Jalifiano.

Creó el premio anual “Marruecos” para la investigación histórica, en español, y el premio “Magrib” para la investigación en árabe.

Creó la revista “Tamuda” para la investigación hispano-árabe.



En el campo benéfico-social

España creó el impuesto benéfico-social, para atender los gastos de los servicios benéficos en general y particularmente para el sostenimiento de asilos de ancianos, orfanatos, comedores y roperos populares.

Concedió gratuitamente semillas y fertilizantes, así como plantas para los pequeños agricultores marroquíes.

Construyó bloques de casas baratas con alquiler módico.

La Caja General de Crédito concedía préstamos con un interés del tres por ciento para la construcción de viviendas, la industria, la agricultura y la pesca.



En la cuestión del idioma árabe

España, a diferencia de Francia, no solamente respetó el idioma árabe, sino que lo protegió y favoreció su difusión, de tal modo que se usaba en todas las dependencias y servicios administrativos del Palacio y Gobierno Jalifianos, en todas las instituciones dependientes del Ministerio de Justicia Islámica y en el del Habús, en los Bajalatos, Caidatos y Almotacenazgos de la Zona.

Hemos dicho que la Enseñanza marroquí fue arabizada en su totalidad, de manera que el idioma español se limitaba a las clases de lengua y literatura españolas.

Se toleró el uso del árabe con caracteres latinos en el telégrafo.

Los municipios funcionaban en español y árabe a la vez.

Las dependencias del Protectorado se relacionaban con los marroquíes en árabe.


En el campo religioso

España respetó escrupulosamente la religión islámica y sus instituciones. Protegió las mezquitas, santuarios y zagüías, hasta el punto de respetar el llamado “derecho de asilo” del que gozaban los reos acogidos a un templo musulmán.

Fomentó la institución del Habús, dotándola de un Ministerio autónomo en el que no intervenían las autoridades españolas para nada, ya que los Nuddar (veedores) de las ciudades y cabilas dependían directamente del ministro marroquí, que estaba asistido de un Consejo General Habús formado por representantes de las cinco regiones de la Zona.

Se construyeron y restauraron miles de mezquitas y santuarios; se atendió debidamente a los cementerios musulmanes. España concedió subvenciones para la peregrinación a La Meca, habilitando para ello el transatlántico “Marqués de Comillas”.

Fomentó la enseñanza coránica en todos sus grados, creando, además, el Instituto Superior de Enseñanza Islámica. Organizó las instituciones religiosas de Bu Muaret y Ukil el Golab.


En el campo de la Justicia

España respetó todo cuanto tenía relación con la religión islámica, de lo que es testimonio el hecho de haber concedido la autonomía al Ministerio de Justicia Islámica, de cuyo titular dependían los Cadíes, Muftíes, Adul, Auan, Bu Muaret y Ukil el Golab. Creó juzgados islámicos de primera instancia en todas las ciudades y cabilas; tribunales de segunda instancia en las cabeceras de cada región; el Alto Tribunal Cheránico de Tetuán, compuesto por Ulemas y Alfaquíes que representaban a las cinco regiones de la Zona. Organizó la justicia cheránica, dotándola de un código, e instituyó un escalafón para los Cadíes.

Organizó las funciones de Mufti, Adul, Ukil.

Dictó un código para la Justicia Majzeniana ejercida por los Bajaes en las ciudades y los Caídes en las cabilas.

No favoreció en absoluto la existencia de la justicia consuetudinaria (el Aorf) practicada tradicionalmente por la yemáas de las cabilas bereberes y que en la Zona de Protectorado francés había sido legalizada por el Dahir Bereber del 16 de mayo de 1930.
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MessageSujet: Re: PROTECTORADO EJERCIDO POR ESPAÑA EN MARRUECOS   PROTECTORADO EJERCIDO POR ESPAÑA EN MARRUECOS Icon_minitimeMar 5 Mai 2009 - 19:12

En el campo municipal

España dotó a las ciudades y núcleos urbanos de juntas municipales, vecinales y locales, cuyos consejos estaban compuestos por representantes de las tres razas.

Creó las juntas rurales de fracción de cabila correspondiente.

Las Yemáas tradicionales de las cabilas sólo tenían atribuciones vecinales, tales como la labranza y el pastoreo.



En el campo laboral

España reglamentó los accidentes de trabajo en la industria. Implantó la jornada legal de trabajo y el descanso semanal retribuido. Reglamentó el trabajo del personal femenino. Prohibió el trabajo a los niños de edad escolar hasta la edad de 14 años; los de más edad tenían que estar en posesión del certificado de escolaridad. Permitió el acceso de los marroquíes a los sindicatos españoles. No permitió la prestación personal más que en los casos en que los trabajos a realizar eran decididos por los propios vecinos.



En el campo económico

España introdujo en la Zona el sistema métrico decimal en las pesas y medidas. Los pequeños comerciantes marroquíes podían adherirse a las Cámaras Españolas de Comercio.

España impulsó la creación de miles de industrias, entre las cuales la fábrica de papel de Benet (Papelera de Tetuán) era la única de su clase existente en Marruecos.

Reglamentó la caza y la pesca. Protegió debidamente la artesanía marroquí, procurando que conservara su antigua organización gremial, con un síndico a la cabeza de cada gremio, que dependía del Almotacén.



En el campo de la propiedad

España no solamente respetó, sino que protegió la propiedad privada, dictando una serie de disposiciones para ello, al tiempo que reglamentó los bienes Majzen, del Habús, los de los municipios, los de las Yemáas y los del dominio público.

Creó el Registro de la Propiedad Inmobiliaria, para evitar el fraude que se cometía con las mulquías falsificadas. Reglamentó la expropiación forzosa por causa de utilidad pública, indemnizando a los propietarios con el justo valor de sus propiedades.



En el campo administrativo

España creó tres administraciones: la del Protectorado, compuesta por Delegaciones de servicios dependientes de la Alta Comisaría; la Majzeniana, formada por los ministerios del Gobierno Jalifiano, dependiente del Jalifa; y la Municipal, puesta bajo la tutela del Consejo General de Colectividades, que presidían el Gran Visir y el delegado de Asuntos Indígenas.

Dotó a la Zona de un presupuesto general del Majzen que se promulgaba anualmente.

Creó el Boletín Oficial de la Zona, que en sus ediciones española y árabe publicaban todas las disposiciones promulgadas; los boletines de los Ministerios de Justicia islámica y del Habús, ambos en árabe solamente.

La espina dorsal del personal del Protectorado lo constituía el Cuerpo General Administrativo, en español; el Cuerpo del Cuttab, en árabe, y el cuerpo de los funcionarios y empleados municipales.

Dictó un estatuto general de la Función Pública y otro de los funcionarios y empleados municipales.

Reglamentó el régimen de clases pasivas para todos los funcionarios, españoles y marroquíes. Dotó a los funcionarios de la Zona de una asociación mutuo-benéfica, y a los municipales de un montepío.

Creó escalafones para todos los cuerpos de la Administración, en los que el ascenso se hacía por riguroso orden de antigüedad.

El acceso a los puestos administrativos se hacía por concurso u oposición, en los que participaban españoles y marroquíes por igual.

Los funcionarios marroquíes percibían el mismo sueldo que los españoles.

En la Administración y la Enseñanza se respetaban por igual las festividades españolas y marroquíes.

España instituyó la Fiesta del Trono del Sultán y del Jalifa que tenían lugar el 18 y el 8 de noviembre, respectivamente, de todos los años.

Dispuso que la bandera marroquí ondeara junto a la bandera española en los edificios oficiales y particulares.

Creó la bandera mercantil marroquí, así como las banderas y estandartes marroquíes de las Mehal-las y la Mejaznía armada.

Creó las Mehal-las jalifianas como fuerzas armadas genuinamente marroquíes, y la Mejaznía armada como una especie de Guardia Civil, cuyos mandos eran españoles y marroquíes.

Los agentes de la Policía hacían el servicio de calle en parejas formadas por un español y un marroquí.



En el orden familiar

España aplicó en la Zona la ley española sobre la protección de la familia y la asistencia familiar. Creó el Registro de Estado Civil para marroquíes. También, la tarjeta de identidad para los marroquíes varones y la cédula de vecindad y sin foto para las mujeres, que eran expedidas por los Bajaes y los Caídes con el visto bueno del Interventor respectivo.



En el campo nacionalista

España, a diferencia de Francia, toleró ampliamente la existencia del movimiento nacionalista marroquí, aunque este proclamaba en sus estatutos que su fin era abogar por la independencia y la unidad de Marruecos, lo que contravenía implícitamente el reglamento del derecho de asociación vigente en la Zona, que disponía que las asociaciones no podían ejercer actividades atentatorias al régimen de Protectorado.

Franco, al tiempo que prohibía los partidos políticos en España, autorizó la fundación del Partido Reformista Nacional y el de la Unidad Marroquí.

También autorizó la fundación de periódicos y revistas nacionalistas, en idioma árabe, que no estaban sujetas a la censura que se practicaba en España con la prensa nacional.

Cuando en España estaban prohibidas las manifestaciones públicas, los nacionalistas organizaban manifestaciones que generalmente eran pacíficas y tenían por objeto protestas contra la represión ejercida por Francia contra los nacionalistas de su Zona de Protectorado.

El reglamento sobre el derecho de asociación autorizaba la fundación de toda clase de asociaciones marroquíes, aunque fueran de carácter nacionalista, como lo fue la Asociación de Estudiante Marroquí.

Y por último, he de hacer mención a un caso único en la historia de los pueblos protegidos o colonizados. Me refiero al hecho de que la Zona de Protectorado español estuvo representada en el seno de la Liga Árabe por dos destacados nacionalistas, pertenecientes al Partido Reformista Nacional, cuando todos los miembros de dicha Liga eran representantes de estados árabes soberanos.

España no practicó, como lo hizo Francia, una política bereber tendente a segregar las cabilas bereberes del resto del pueblo marroquí, ya que cuando Francia creaba tribunales consuetudinarios y escuelas bereberes a base del idioma francés, España creaba tribunales cheránicos y escuelas coránicas en las cabilas de origen bereber.

España prohibió toda clase de discriminación racial, religiosa o política, por lo que no hubo en su Zona de Protectorado, como lo hubo en la francesa, carteles que prohibían el acceso de los “moros” y los perros a determinados lugares públicos, tales como cines, teatros, casinos, restaurantes, cafés, hoteles y pensiones.

En resumen, el Protectorado Español no trató de españolizar, sino de modernizar la vida marroquí, en todas sus manifestaciones, pero sin atentar a los usos, costumbres y tradiciones del país.

Y es porque el ejercicio de la acción protectora de España en Marruecos no podía ser otro que el practicado por un pueblo, el español, unido al marroquí por lazos de índole varia: raciales, sociales, culturales, fraternales, producto de la convivencia de ambos pueblos vecinos, cuyas historias se confunden y se interfieren, tanto que a veces se tiene la sensación de que se trata de la historia de un solo país cuyas dos mitades están situadas al norte y al sur de un brazo de mar, que más que estrecho que separa es río que une a dos pueblos que están obligados –no digo condenados- a entenderse, y no cabe duda de que les anima el deseo de entenderse. Quiera Dios que así sea para siempre jamás.
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MessageSujet: Re: PROTECTORADO EJERCIDO POR ESPAÑA EN MARRUECOS   PROTECTORADO EJERCIDO POR ESPAÑA EN MARRUECOS Icon_minitimeMar 5 Mai 2009 - 19:22

GÁLVEZ, PRECURSOR DEL ENTENDIMIENTO HISPANO-MARROQUÍ

Por Mohamed Ibn Azzuz Hakim

Extraña, excepcional y a todas luces sin igual es la naturaleza de estos dos pueblos, de estas dos naciones, de estas dos razas que se llaman España y Marruecos, que constituyen casi una sola raza, una sola nación, un solo pueblo; pero que a la vez parecen ser dos razas antagonistas, dos naciones distintas, dos pueblos diferentes. La historia de sus relaciones a través de los tiempos es de las más fascinantes que la Humanidad ha podido elaborar.

En efecto, condenados a vivir juntos por los imperativos que la geofísica del Estrecho de Gibraltar les ha impuesto; obligados a convivir dentro de un mismo área geopolítico que es propio; forzados a ser vecinos porque sus costas, más que separadas, están unidas por el angosto canal al que Tariq dio su nombre para sellar por la eternidad su unión; llamados a ser además de vecinos, porque sus naturalezas así lo exigen; vinculados por indisolubles lazos de fraternidad, de hermandad, por correr por sus venas la misma sangre; necesitados, en fin, de un entendimiento que exigen esa geofísica, esa geopolítica, esa vecindad, esa amistad y esa fraternidad...

España y Marruecos han vivido, yo diría que algunos de sus dirigentes han querido que vivan, en un clima de tirantez, de violencia, de ataques y contraataques, de saqueos e incendios, de raptos y cautiverios, de lágrimas y dolor, de guerra, en fin, ya sea “Cruzada santa” o “Yihad al-muqaddas”, cuyo principal móvil era el querer ostentar la hegemonía en el Estrecho, en el Mediterráneo Occidental y en el Atlántico Oriental, ya sea por medio de la piratería y el corso, ya por la implantación de cabezas de puente en la orilla del vecino de enfrente; era también el afán de querer que la religión de uno se imponga a la del otro, porque cada cual se creía en posesión de la única Verdad.

Pero todo esto se deriva del hecho de que los dos eran pueblos grandes, de esos que hacen la Historia, y sus razas son vigorosas y como amantes de las armas, de la lucha, de la guerra.

Y lo más curioso del caso es que, en medio de ese ambiente de guerra, aun en sus momentos más candentes, los monarcas marroquíes y españoles continuaban entreteniendo relaciones propias de reyes y amigos. Los ejemplos no sólo no escasean, sino que son abundantísimos, y en prueba de ello voy a referirme sólo a algunos de los más próximos a nosotros en el tiempo.

Mulay Abd al-Malik de la dinastía Saadí, en vencedor de la batallas de “los tres reyes”, estando en estado de guerra con Felipe II, mantenía con él, a través de su secretario el franciscano español Padre Sandoval, correspondencia secreta relativa a la conclusión de una alianza hispano-marroquí contra el Turco a veces, y contra Inglaterra otras.

Su sucesor Mulay Ahmad al-Mansur, aun estando en guerra con el mismo monarca español, prefirió regalarle a él el cadáver del Rey Don Sebastián, muerto en la batalla del Majazín, a través de su rescate mediante una fuerte suma de dinero con el nuevo monarca lusitano. Y en correspondencia, Felipe II regala al Sultán con la restitución de la plaza de Arcila.

En la época Alauita, Mulay Ismail, a pesar de haberle declarado la guerra a España como consecuencia de la ocupación del peñón de Alhucemas, y no obstante tener sitiadas las plazas de Ceuta y Melilla, y haber recuperado por las armas las de la Maamora y Larache, envía a España, en plena guerra, al primer embajador marroquí en la Corte española: Al-Gassani; correspondiéndole Carlos II con el envío de la embajada que presidía el padre Diego de los Ángeles, que llega a Mequinez cuando los tiros alrededor de Ceuta sonaban tan alto que se oían en la otra orilla.

A pesar de ello, a la reina consorte española se le ocurrió mandarle a la esposa de Mulay Ismail unos juguetes para sus hijos; y Lal-la Jenata le correspondía enviándole, como regalo, a las hijas de los cautivos españoles nacidas durante el cautiverio de sus padres que preferían separarse de ellas enviándolas cerca de sus parientes en España a que conocieran los horrores del cautiverio.
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MessageSujet: Re: PROTECTORADO EJERCIDO POR ESPAÑA EN MARRUECOS   PROTECTORADO EJERCIDO POR ESPAÑA EN MARRUECOS Icon_minitimeMar 5 Mai 2009 - 19:23

Sidi Mohammad ben Abd Al-lah cuando se decidió a reconquistar Melilla, no observó con Carlos III la misma actitud que con el monarca portugués cuando sitió, sin previo aviso, la plaza de Mazagán, reconquistándola. No: tres meses antes de iniciar el sitio de Melilla, avisó al monarca español, e incluso le pidió que le facilitara barcos españoles para transportar por mar el material bélico pesado que le era difícil llevar por tierra.

Carlos III le declaró la guerra, pero cuando el sitio de Melilla estaba en su apogeo, le envió por dos veces casi un millar de cautivos musulmanes como regalo.

Cuando Carlos III decidió recuperar el Peñón de Gibraltar, Marruecos y España estaban en guerra, y sin embargo Sidi Mohammad ben Abd Al-lah, no sólo le ayudó facilitándole toda clase de mantenimientos, sino que con objeto de manifestar públicamente su deseo de que el Peñón fuera restituido a su verdadero dueño, rompió sus relaciones con Inglaterra y expulsó de Marruecos al Cónsul General y a toda la colonia inglesa. Más aún: el Sultán rechaza la alianza que le propusiera Inglaterra en el sentido de que, a cambio de la ayuda marroquí al Peñón, Marruecos recibiría la ayuda inglesa para sitiar Ceuta.

Pero Sidi Mohammad ben Abd Al-lah va más lejos, y en el tratado que restableció oficialmente las relaciones hispano-marroquíes, rotas desde hacía seis años, el Sultán reconoció que el Peñón de Gibraltar era español y que la presencia inglesa en él era una simple usurpación.

Su hijo Mulay Al-Yazid declaró la guerra a España porque Carlos IV se negó a devolverle los presidios y cuando tenía sitiada la plaza de Ceuta, se le ocurrió enviar a reparar a Cádiz algunos de sus barcos de guerra y pedir del Rey español una larga lista de pertrechos de guerra que necesitaba para proseguir el sitio.

¿Y qué hizo Carlos IV?. No le mandó más que el material que no pudiera ser utilizado en el sitio; permitió que los barcos marroquíes fueran reparados en Cádiz y además le regaló al Sultán “enemigo” un barco de guerra “de los buenos”.

Creo que es innecesario seguir relatando hechos análogos que se cuentan por centenares y que raras veces han podido suceder en la historia de las relaciones de otros pueblos. Lo creo innecesario por la razón de que, como he dicho al principio, han sido los dirigentes de la política hispano-marroquí los que han querido que los dos pueblos, por las causas ya apuntadas, vivieran en un clima de tirantez y violencia y quiero ahora demostrar que, en medio de esa guerra casi continua, por no decir permanente, las relaciones de convivencia, de contacto, de amistad, de sincero deseo de que hubiera paz y concordia a escala de pueblo a pueblo; esas relaciones, digo, no cesaron nunca aun en los momentos más candentes, más tensos, de más intransigencia, ni siquiera en los de insuperables dificultades.

En efecto, jamás faltaron casos en que el hombre español o el hombre marroquí tuviera la valentía de reaccionar contra la política de sus propios dirigentes y tratara de hallarle solución al problema o al conflicto en curso.

A uno de esos casos voy a referirme seguidamente:

Fracasado el sitio puesto por Sidi Mohammad a Melilla de 1774 a 1775, a Marruecos no le interesaba continuar estando en guerra con España a causa de la posición anti-marroquí adoptada por los argelinos, con los cuales una conflagración parecía ser inminente. Otro tanto le pasaba a España ante la situación que se hacía insostenible en Europa, habida cuenta de que España entonces era la potencia más importante de todo el Mediterráneo y uno de los tres Estados que se disputaban la hegemonía del Atlántico.

Pero ninguno de los reyes que entonces regían los destinos de Marruecos y España quería ser el primero en dar el primer paso hacia la reanudación de las relaciones de paz y amistad. Tanto Carlos III como Sidi Mohammad consideraban indigno de su persona e indecoroso para su corona el hacerlo.

Ahora bien; Carlos III tuvo al menos la posibilidad de tantear secretamente el terreno porque podía valerse de uno de los padres franciscanos que en el hospicio de Mequinez atendían a los cautivos cristianos. Y eligió como guardián del mismo al padre Fray José de Boltas, encomendándole la misión de iniciar secretamente las gestiones oficiosas que restableciesen una amistad sólida y duradera entre España y Marruecos.

Vino el reverendo padre a Mequinez en abril de 1777 y su misión principal consistió en conseguir que fuera el Sultán quien escribiera primero una carta afectuosa al monarca hispano.

Duraban ya seis meses las gestiones de Fray José Boltas sin que Sidi Mohammad se aviniera a escribir la carta deseada por Carlos III; es entonces cuando surge por sí solo, sin que se lo dijera nadie, un hombre de buena voluntad, un español que por su cuenta y riesgo (nunca mejor empleada la frase) va a influir en el cambio brusco e inopinado del Sultán.

Se trataba del capitán de una saetía catalana que en su viaje a Cuba tuvo la feliz idea de atracar en el puerto de Salé. Se llamaba Don Antonio de Gálvez. Y era hermano del famosísimo Don José Gálvez, a la sazón ministro de Indias y gobernador-presidente del Alto Tribunal. Nuestro hombre era además pariente de Don Matías de Gálvez, Gobernador de las Islas Canarias.

Por las gestiones, que nuestro amigo del entendimiento hispano-marroquí realizó, se podría creer que lo hacía por encargo secreto del gobierno español, de su hermano o de su pariente; pero la documentación por mí manejada en el Archivo Histórico Nacional descarta en absoluto este supuesto, ya que por ella se ve claramente que los primeros sorprendidos fueron el Gobierno español, el ministro de Indias, el gobernador de las Canarias y el propio agente secreto de Carlos III en la corte marroquí, el Rvdo. P. Fray José de Boltas.

Lo primero que hizo don Antonio al llegar a Salé fue escribir desde allí al Sultán el día 29 de noviembre de 1777 una carta en la que le decía, en síntesis:

“Ya que he tenido la dicha de venir a los dominios de V. M., dándome su real permiso, pasaré en persona a besarle sus reales pies y tomar su venia para, si fuese servido que conduzca real pliego al Rey mi señor, que Dios Guarda, en que con el auxilio de mi hermano el ministro se trate de la buena paz y concordia que tanto se desea por todos los vasallos de ambas coronas, lo haré sin faltar a todo cuanto V. R. M. se digne mandarme”.

El Sultán le contestó invitándole a presentarse en la Corte, a la que llegó Gálvez el 13 de diciembre. Al día siguiente, el P. Boltas, alarmado de la gestión de nuestro hombre escribe al ministro Floridablanca, diciéndole:

“Nunca creí que este caballero se resolviese a abandonar su viaje a Cuba, sin tener para ello órdenes de nuestra Corte. Pero me engañé puesto que se puso en marcha para esta Corte de Mequinez a donde llegó el día 13”.

El 19 lo recibe el Sultán en compañía del P. Boltas, quien en su informe a Floridablanca del día 28 describe del siguiente modo el desarrollo de la audiencia:
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MessageSujet: Re: PROTECTORADO EJERCIDO POR ESPAÑA EN MARRUECOS   PROTECTORADO EJERCIDO POR ESPAÑA EN MARRUECOS Icon_minitimeMar 5 Mai 2009 - 19:25



“Nos presentamos ante el Rey y Don Antonio Gálvez comenzó su discurso con bizarría de espíritu...

“El Rey oyó con signos de mucho gusto y ofreció dar a dicho caballero una carta para nuestro soberano y despacharlo en términos que se acreditase para con Su Majestad Católica de fiel y celoso vasallo”.

“Después de esto mandó que nos llevasen dentro de uno de sus palacios para darnos audiencia privada, como lo hizo, en la cual expresó el gran cariño que siempre conservaba a nuestro católico monarca sobre todos los de Europa; dio a entender la inquietud y las cartas que le escribían los ingleses para discordarlo con S. M. C.; y finalmente estuvo tan humano que creo que ningún embajador ha tenido aquí jamás tal sesión como la que este día tuvo con nosotros”.

El gesto de Don Antonio de Gálvez fue suficiente para que Sidi Mohammad se decidiera a ser el primero en escribir la carta que esperaba Carlos III, que es del primero de Hiya de 1191 correspondiente al 31 de diciembre de 1777.

Dos meses después el P. Boltas informaba al Sultán de que el Rey de España tenía el propósito de enviarle un emisario con el fin de concretar las bases del restablecimiento de la paz en 1774. Pero la sublevación del príncipe Mulay Al-Yazid contra su padre, por un lado, y la injerencia inglesa, que no veía más que inconvenientes en una aproximación hispano-marroquí, hicieron que el enviado de Carlos III no llegara a Marruecos hasta febrero de 1779.

Se llamaba Pedro de Umbert y de su entrevista con el Sultán informó a Floridablanca en carta de 18 del mismo mes y año diciéndole:

“Hice presente a S. M. I. Que Dios guarde, y quedo muy contento de su contexto y me respondió que no tardará mucho en dar sus reales disposiciones de apuntar uno de sus vasallos para que vaya a la Corte de España”.

El 26 de abril del mismo año escribía el Padre Boltas al ministro español diciéndole que el Sultán había designado por embajador suyo cerca de Carlos III a su ministro Mohammad Ibn Otman, quien el 16 de diciembre llegaba a tierra española y el 30 de mayo de 1780 firmaba en Aranjuez el tratado de paz, amistad y comercio que puso fin a la guerra; restableciéndose las relaciones entre España y Marruecos. Por él reconoció Sidi Mohammad que el Peñón de Gibraltar es plaza española, como ya hemos dicho antes.

Y por último, como el Sultán pidiera del monarca español que Don Antonio Gálvez fuera recompensado por el servicio prestado a la paz y a la concordia entre Marruecos y España, el día 29 de abril de 1781 decía Carlos III al “más alabado y honrado Rey entre los moros, a quien Dios guarde y conceda la prosperidad que más conviene, Sidi Mohammad ben Abd Al-lah”, entre otras cosas que:

“Deseando complaceros en cuanto depende de nuestro arbitrio, hemos ordenado nos hagan de nuevo presentes todos los servicios y méritos de Don Antonio de Gálvez, para que este oficial experimente el efecto de Vuestra Poderosa recomendación”.

Este es el caso Gálvez expuesto en líneas generales. Como él existen muchos otros que podemos calificar de “marroquifilia”; casos similares de parte marroquí tampoco escasean: uno de ellos fue Ibn Utman; otro el príncipe Mulay Abbás de la guerra del 60, por no citar más que los casos de “hispanofilia”. El Rey Mulay Abbás hizo de él el único príncipe que condujo una embajada marroquí al extranjero, y fue a España en 1861; el de Ibn Utman hizo que fuera el único embajador que estuvo asilado político en el extranjero, también en España en 1891.

Y es que realmente lo nuestro no podía ser de otro modo. Durante siglos hemos constituido política, histórica y étnicamente un solo pueblo; cuando uno de nosotros estuvo bajo la dominación extranjera, el otro no escapó a esa misma dominación; cuando uno se sintió fuerte en una orilla pasó a la de enfrente, obedeciendo a una ley natural impuesta por la geopolítica y la estrechez (valga la frase) del Estrecho de Gibraltar; pero llegó un momento en que cada uno adquirió su propia personalidad.

En toda esta historia larga y tendida de nuestras relaciones ha habido una constante, que es la interferencia, o si se quiere, la influencia de un pueblo en la vida del otro.

Relacionar aquí, siquiera someramente, cuál ha sido la constante marroquí en la vida española, sería una pretensión por mi parte, porque el tema lo han tratado otros más calificados.

Por eso me limitaré a señalar unos botones de muestra de la constante española en la vida marroquí; porque para algunos, puede que haya pasado desapercibida.

- En varias ciudades marroquíes, como Tetuán, Chauen, Rabat, Salé y Fez, viven aún hoy muchísimas familias que ostentan con orgullo apellido español.

Hay ciudades que, como Tetuán y Chauen, y el barrio de los Andaluces de Fez, fueron fundados por musulmanes españoles.

- La influencia del idioma español en el habla marroquí es algo que salta a la vista, tanto que los marroquíes no sabríamos distinguir entre las distintas especies de peces si no conociéramos sus nombres en español.

- Ese mismo idioma español fue durante siglos el segundo utilizado oficialmente en la Cancillería marroquí y consecuencia de ello es el vocabulario de origen español que se ha utilizado en dicha Cancillería en árabe hasta la implantación del Protectorado.

- El único idioma extranjero que llegaron a dominar algunos sultanes marroquíes fue el español.

- El número de embajadas intercambiadas entre España y Marruecos superaba el de todas las demás intercambiadas por Marruecos con el resto del mundo.

- La primera y única embajada enviada por Marruecos a la Santa Sede fue por indicación y ayuda de España.

- Los únicos intérpretes y secretarios de relaciones exteriores extranjeros que tuvieron los sultanes marroquíes fueron españoles.

- Los únicos extranjeros utilizados como embajadores por los sultanes de Marruecos fueron también españoles.

- Cuando algún Sultán marroquí se vio derrocado o amenazado por una revolución, acudió en petición de ayuda a España, fue a refugiarse en territorio español y no a Argelia, por ejemplo.

- La única vez que la corona española estuvo en prenda en el extranjero lo fue en Marruecos.

- Las dos únicas conferencias internacionales sobre Marruecos tuvieron lugar en territorio español en 1880 y 1906.

- Los primeros tratados que firmó Marruecos con los EEUU. de América, Malta y Nápoles, lo fueron por mediación de España.

- Cuando a un Sultán de Marruecos se le ocurrió indagar sobre el paradero de la carta de Mahoma a Heráclito fue en busca suya a España, y no a otra parte.

- La primera moneda marroquí acuñada en el extranjero lo fue en España.

- Las únicas milicias cristianas que estuvieron al servicio de los sultanes marroquíes fueron españolas.

- Las primeras armas modernas que tuvo Marruecos las recibió, y con ellas a los instructores, de España.

- El primer jefe extranjero de la artillería marroquí fue un español: Joaquín Gatell, que se llamó Caid Ismail.

- La primera marcha real marroquí fue española.

- Las primeras manifestaciones de la civilización moderna en Marruecos fueron obra de españoles: hospitales, farmacias, teléfonos, alumbrado público, prensa, etc.

Para qué seguir si basta con que les diga que hasta hemos tenido un Sultán que era aficionado a los toros por haberse educado en su juventud en España, pero al que un día se le ocurrió probar si podía torear a las vacas y el primer ensayo acabó con su vida.

Por todo esto, yo creo que cuando tengamos que hablar como españoles y marroquíes que somos, de España y Marruecos o de Marruecos y España, no debemos referirnos a los hechos presentes ni a los acontecimientos inmediatos que están en la mente de todos, sino que debemos contemplar la historia toda de nuestras relaciones. Desde siempre. Desde que fuimos amigos.

Sólo con un profundo conocimiento de esa historia podremos comprender que, queramos o no, nosotros o algunos de nosotros, y pese a aquellos de nuestros enemigos comunes que quieran, España y Marruecos, marroquíes y españoles, estamos llamados a emprender empresas conjuntas, a ser lo que hemos sido siempre: dos grandes pueblos capaces de forjar una civilización y elaborar una cultura que enseñamos a los demás.

Por encima de todo cuanto pueda separarnos aparentemente, y a pesar de las dificultades momentáneas que pueden interponerse en nuestro camino. Porque la historia, y los hechos, demuestran sin equívoco alguno que siempre hemos sido capaces de afrontar y superar todas nuestras dificultades; de resolver todas nuestras diferencias, no ya en tiempo de paz y tranquilidad, sino incluso en épocas de guerra.

Yo sé que la tarea que tenemos delante es ardua y difícil a causa del trauma que sufren hoy nuestros pueblos, y no sólo por efecto de la herencia, sino porque todavía viven entre nosotros algunos que tienen interés en avivar esos sentimientos anti-españoles o anti-marroquíes, a un lado y otro del Estrecho.

La obra que realizaron esos pescadores en río revuelto es grande, en la peor expresión que la palabra grande tiene, porque está respaldada con dinero que no es ni español ni marroquí.

Esos pescadores, en España, se aprovechan de la credulidad de la gente sencilla para hablarles de la guerra de África, de la guerra de Melilla, de la guerra del Kert, de la resistencia del Raisuni y de Abdelkrim; de que Marruecos sirvió de plataforma para la guerra civil española; de la participación de los marroquíes en esa guerra, etc. etc.

Esos pescadores, en Marruecos, no cesan de recordar al vulgo el paraíso perdido de Al-Andalus; las mezquitas convertidas en iglesias, la quema de los libros árabes, la expulsión de los musulmanes de España, las guerras sostenidas por los españoles sobre territorio marroquí; los marroquíes que fueron llevados a morir por un ideal que no era el suyo, etc. etc.

Es hora de que desaparezca de la mente del español la idea del “moro” y del “África” como sinónimos de barbarie, de cruzada, de guerra, de muerte, de violencia, de infieles enemigos de la Santa Fe; es necesario que desaparezca de una vez eso de “Santiago matamoros”; es necesario que los españoles dejen de creer que de Marruecos nada bueno puede venirles, nada tiene que ofrecerles, porque no es más que un país atrasado, habitado por un pueblo semisalvaje.

Es hora de que desaparezca de la mente del marroquí la idea del “nasarani cafer” y de “Al_andalus paraíso perdido”, como sinónimos del “Yihad” o de “enemigos de Dios y del Profeta”; como también es necesario que los marroquíes dejen de tener la falsa idea de que España, como gran potencia, como nación, como pueblo, no tiene nada bueno ni beneficioso para los marroquíes.
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